Definir la mejor opción en aporte de nutrientes, costos y disponibilidad puede ser una tarea compleja en la búsqueda de una alimentación sana, en el ambiente de alta oferta que nos encontramos (ver: ¿Alimentos, nutrientes, compuestos bioactivos? ¿Qué es lo realmente importante?) No obstante, pese a nuestras creencias, establecer cuanto comemos no depende solo de los alimentos en sí mismos sino también de factores ambientales relacionados a la adquisición de la comida, al momento de comer, el entorno social en el cual comemos, la presentación de los alimentos, entre otros factores externos de los cuales no tenemos plena conciencia. Es así como las decisiones relacionadas con los alimentos a consumir suelen ser subestimadas en gran medida, ya que generalmente pensamos que dichas decisiones se limitan al “qué” comer según nuestro deseo y nuestra capacidad de adquisición (Figura 1). Sin embargo, investigaciones realizadas al respecto indican que hay un sesgo de más de 100 decisiones al día sobre nuestra alimentación, es decir, creemos que los asuntos relacionados a la alimentación se reducen a unas pocas decisiones cuando realmente de manera inconsciente estamos tomando hasta 100 decisiones más que influyen en lo que consumimos. En este sentido, se pueden extender, entonces, el tipo de decisiones sobre nuestra alimentación a las preguntas de “cuando”, “cuánto”, “dónde” y con “quién” comer. Un estudio realizado con 150 participantes demostró que mientras las personas creen que toman 14 decisiones relacionadas a los alimentos, ellos realmente realizaron un promedio de 227 decisiones, una diferencia significativa de 93%1. Esta inmensa diferencia entre lo que se cree relacionado a la alimentación y lo que realmente sucede, se da por que las personas no consideran las decisiones asociadas indirectamente al alimento. Pero, ¿Cuáles son estas decisiones? Un ejemplo particular en el mismo artículo expone la reflexión sobre comprar o no frente a una máquina expendedora como una decisión sobre los alimentos y que generalmente no se obvia como tal a menos que se realice la compra y la pregunta a responder fuera ¿Qué comprar? No obstante, en esta situación dudas como ¿Que tan lejos está de la maquina? O ¿La máquina recibe billetes? pueden surgir durante la compra. Más aún, las decisiones sobre comer no están basadas únicamente entrono al alimento como tal (sabor, costo, presentación, etc.), sino que involucra factores indirectos como si hay alguien observando mi manera de comer. ![]() Frente a la máquina expendedora otro tipo de decisión que puede influir la compra es elegir el producto con empaque más llamativo, o el de mayor tamaño, o el que trae más cantidad o un regalo sorpresa entre otras cuestiones que a la hora de estar frente a la maquina pensamos como minúsculas pero que finalmente influencian la decisión a tomar y quizás finalmente no llevan a elegir la opción más sana. Otras decisiones relacionadas a los alimentos de manera indirecta y que determinan en gran medida el impulso a comer es, por ejemplo, si es de agrado o no la presentación del plato, la distancia hacia un alimento particular o a la máquina expendedora, si comeremos acompañados o no, etc. Adicionalmente, el estudio indica que las decisiones relacionadas directamente con que se debería comer, son en promedio 59, lo que expone que son más relevantes las decisiones indirectas a la comida como las anteriormente mencionadas (Figura 2). Por otro lado, también se ha revelado que personas obesas toman 100 decisiones más (un total de 295 decisiones) que las personas con sobrepeso (193 decisiones), pero no que las personas con índice de masa corporal normal (224 decisiones). Lo anterior deja pensar que las personas obesas se preocupan más por el qué comer y otras cuestiones relacionadas a los alimentos y las comidas que personas no obesas pero propensas a ser obesas, lo que genera la pregunta: ¿Será que son más preocupantes los hábitos alimenticios cuando estamos teniendo problemas de salud por obesidad? ![]() En el mismo estudio personas con peso normal también mostraron ser más conscientes de las decisiones con asuntos relacionados a la alimentación que las personas con sobrepeso. Esto tiene sentido si pensamos que las personas con índice de masa corporal normal se preocupan más por realizar ejercicio y mantener la figura que las personas que quizás no se interesan tanto por la silueta. Dado lo anterior, creo que es una tarea de cada individuo analizar como el ambiente influencia la toma de decisiones no sanas a la hora de alimentarse, o ¿Quién cuando ha sido invitado a una barra libre no ha aprovechado para pasarse considerablemente de lo que sería su comida normal?, todo por el simple hecho de que la comida es gratis, razón por la cual se justifica el exceso. Lo mismo sucede en fechas especiales como la navidad, ¿No es acaso “permitido” comer de más, solo porque es navidad? Sin embargo, esto no debería ser una razón para exagerar a la hora de comer, no debería ser el entorno el que determine cuando y qué comer sino las necesidades de nuestro organismo, evitando así caer en el pecado capital de la gula, y comiendo a consciencia para nutrir el organismo. Así, es importante considerar las pequeñas decisiones que acompañan las horas de comensales, pues cada una de estas pequeñas decisiones es un punto donde la persona puede ser influenciada inconscientemente, lo cual es muy negativo si se quiere tener un mejor control de lo que se come. También se necesita más conciencia sobre las decisiones y el ambiente que influencian qué comer, cuando comer y cuando parar de comer (Figura 2 y 3). Además, algo que se debe reflexionar, dado que se subestiman las decisiones a tomar, es si ¿Comemos sin sentido? Si la respuesta es afirmativa es apropiado hacer ajustes en el estilo de vida y más aún si se planea una dieta equilibrada y sana, la cual no debe permearse por acciones externas como las fechas especiales, los planes de amigos, las barras libres o lo llamativo de un empaque. Al final, se pueden generar estrategias que permitan cambiar el ambiente para que trabaje a favor de una buena alimentación y no en contra. Finalmente, es evidente que las decisiones sobre nuestra alimentación son un factor vital si se quiere tener una dieta sana y muchos factores no propios del alimento deben ser considerados. Tomar conciencia de las decisiones que se afrontan en cada momento de alimentación ayuda a fortalecer el carácter y aprender a parar cuando se está cayendo en excesos no sanos. Así que toma un tiempo en pensar cuales son los factores indirectos que no permiten que cumplas los objetivos nutricionales propuestos y trabaja una estrategia para poder manejar estas situaciones, es un paso vital en el cambio de estilo de vida nutricional. ¡Tú cuerpo y salud lo merecen! 1. Wansink, B. & Sobal, J. Mindless eating: The 200 daily food decisions we overlook. Environ. Behav. 39, 106–123 (2007).
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Natalia Areiza.Bióloga. Maestra en Ciencias de la Alimentación y Nutrición Humana. Apasionada por la nutrición y la neurociencia. Actualmente investigo como los alimentos que consumimos nos ayudan a tener una buena en la salud. Archivos
Enero 2020
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